sábado, 21 de marzo de 2015

Juvenilia: La autobiografía y la autoficción en Cané

“Crear, y al crear ser creado” (Loureiro, int: 3)
GUSDORF
En este ensayo intentaré hacer un análisis sobre la autobiografía de Miguel Cané basándome fundamentalmente en los hechos de autoficción a partir del marco teórico y analizando también los hechos históricos que llevaron a la misma; y responder al interrogante de si puede ser considerada como novela.
En la década de 1880 era derecho de los patricios el escribir su autobiografía. Eran la vida de estos lo suficientemente interesantes como para ser contadas y al contarlas crearse a si mismos y de esta manera inventarse. La autobiografía es pues parte la  propia  invención y por lo tanto no puede ser corroborada y de esta manera, no se puede distinguir lo real de la ficción.
Cané reconoce este grado de ficción en la introducción de Juvenilia donde plantea: “A veces me complazco en hacer biografías de fantasía para alguno de mis condiscípulos, fundándome en las propiedades del carácter y sin saber si aún existen. ¡Cuánta matemática, cuanta química y filosofía inútil!” (1993: 6). Estas biografías son las historias de los fracasados, los que por alguna u otra razón quedaron fuera del cuadro de honor de la patria, “el otro” muy presente en la autobiografía de Cané.
Las autobiografías de los autores argentinos del siglo XIX cumplieron la función de construir a los mismos como personajes públicos, pero a diferencia de Sarmiento, Cané no necesitaba de la misma para su carrera política, ni tampoco forjarse como mentor ideológico como lo haría Alberdi. Cuando escribe Juvenilia tenía treinta y un años y se encontraba cumpliendo funciones como ministro plenipotenciario en Europa, y por lo tanto, no necesitaba de la invención, ya que el personaje Cané ya existía. El propósito era re – crear a su propia clase patricia a través del anecdotario infanto – juvenil de su estadía en el Nacional Buenos Aires; que a través de su formación positivista (de la mano de Amadée Jacques) le darían el sustento ideológico en su rol de clase dirigente consistente en una educación que sirviera para mesura más que para el cambio revolucionario, “Reformar lentamente, evitar las sacudidas de las innovaciones bruscas e impremeditadas, conservar todo lo que no sea incompatible con las exigencias del espíritu moderno; he aquí el único programa posible para los americanos.” (Pezoni, 12- 1989: 21). Es parte de un artículo periodístico escrito por Cané en “en viaje” de los años 1881 – 1882 deja muestra de su pensamiento político conservador.
De la misma construcción quedaban exceptuados aquellos condiscípulos que no formaban parte de la misma, es a ellos a los que Cané les dedica parte de su ficción; de esta manera, los saca de oscuridad del anonimato para llevarlos a la luz de su escrito. Sin embargo, esta revelación es parcial ya que no recuerda sus nombres y apela solamente a nombrarlos o bien por sus apodos “Binomio” o por su condición de vida “el bohemio” por lo que las sombras siguieron sobre aquellos que no se unieron a su “marcha ascendente” (Cané, intr., 1993, 9); en otras palabras, no tenían espacio en su memoria pues no tenían espacio dentro de su clase.
Tras la caída de Rosas, contra quien su padre había luchado, cambia el marco teórico en la Argentina del siglo XIX, si bien la autobiografía continúa siendo el eje central de los escritos de la época y la construcción del estado nación se había concretado, era necesario marcar el rumbo a seguir. Los autores de la década del ’80, en su mayoría pertenecientes a las clases acomodadas son autobiógrafos que utilizan una hibridez genérica donde la autoficción se mezcla con lo real. Es cierto, en toda autobiografía existe un grado de ficción pero como cité más arriba las escritas durante la primera mitad del siglo eran constructivas (ya sea políticas o ideológicas) mientras que las post – rosismo pueden considerarse constitutivas (de clase y proyecto de país). Son bien distintos en su construcción los escritos autobiográficos como Recuerdos de provincia o Mi vida privada que se pasa toda en la República Argentina a los que nos proponen Juvenilia o Aguas Abajo.

Autoficción y novela
Élida Lois en Autobiografía y Autoficción en la escritura del último Alberdi sostiene con respeto a la autoficción:

              El término ‘autoficción’ designa un tipo de ‘escritura del yo’ que se sitúa en las fronteras de la autobiografía y  se cuela por los intersticios de diferentes géneros discursivos, y convierte realidades en ficción incorporando una estrategia de relaciones complejas entre el autor real, autor implícito y narrador. (2010: 23).

Como el pasado del autobiógrafo no revela más que una figura borrosa presente en el recuerdo, la reconstrucción del mismo, como así también los hechos acaecidos – cuando incluso el mismo autor no era la misma persona que cuando escribe el texto, en el caso de Cané un simple estudiante secundario – la autobiografía no puede mostrar los hechos tal cual fueron sino una adaptación a los nuevos ojos del autor. De este modo, el personaje es presentado tal como el autor imagina que debe haber sido – o como él quiso que fuera – y  no como fue en realidad ni como era visto por los ojos de los otros.
Ahora bien, como en una autobiografía el autor se crea a si mismo ese yo protagónico no existiría sin ese texto, o sea, hay invención y buena cuota de ficción en la construcción de este personaje por lo que la autobiografía como tal podría no existir como género; Loureiro por su parte en “Problemas teóricos de la autobiografía” cita a Eakin quien a través de la psicología  defiende al género pues “’el acto autobiográfico’ es un modo de ‘autoinvención’ que se practica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura” (Loureiro, 4).
A partir de todo lo dicho hasta aquí ¿Es posible que la autobiografía pueda considerarse dentro del género de la novela?
Philippe Lejeune en “El pacto autobiográfico” analiza las distintas cualidades del género que nos ocupa y considera que la diferencia principal entre lo autobiográfico y la novela principal, radica en la situación del autor ya que en la novela personal aunque puede haber novela en primera persona el uso de la misma no envía necesariamente al autor.
Por su parte, Elisabeth Bruss en “Actos literarios” cita a Tinianov en On Literary Evolution

           La novela, que parece ser un género completo que se ha desarrollado en y por si mismo durante siglos, resulta ser no un todo completo sino cambiante. Sus cambios materiales de un sistema literario a otro […] no podemos […] definir el género de un trabajo si está aislado de un sistema. Por ejemplo, lo que se llamó una oda en los años 1820 fue así etiquetado por Fet a partir de las características diferentes a aquellas que solían definir una oda en los tiempos de Conmosov. (Bruss, 65).

Entonces, ¿se puede distinguir la autobiografía de la novela autobiográfica? Para Lejeune no hay diferencia, ya que los métodos que utiliza la autobiografía para ser convincente al lector, la novela sencillamente puede imitarlos. Ahora bien, como señala el autor

          en el momento en que la englobamos en el texto, con el nombre del autor inscrito en ella, disponemos de un criterio textual general, la identidad del nombre (autor – narrador – personaje). El pacto autobiográfico es la afirmación en el texto de esta identidad y nos envía al nombre del autor sobre la portada. (Lejeune 52-53)

El papel del lector
El público de Cané, si bien como señala Pastormerlo no es el público que lee folletines, supera a si círculo de amigos íntimos. Hijo de un patricio que quedó en la historia de la Argentina y en su “cuadro de honor” que intentó escribir su novela pero nunca lo logró; fue sorprendido por la muerte unos días antes de que Miguel ingresara al Nacional Buenos Aires y comenzara la historia que nos compete dejando entrever a la misma como una continuidad de la vida de su padre y de su historia ahora en manos de su hijo. El escrito que no pudo realizar en vida, nace a partir del momento de su muerte.
 ¿Qué lee entonces el lector de autobiografías y como distinguirla de la novela? La primera goza de gran parte de ficción en su relato y la segunda puede tener gran parte de realidad en su texto (por ejemplo la novela testimonial) esa relación entre una y la otra, ese espacio confuso entre ambas es donde el lector – según Lejeune – crea el “espacio autobiográfico”. (59)
Bruss a su vez afirma que no es tan preponderante el estilo o la construcción del texto en cuestión, sino, como el lector los toma. “Alrededor de cualquier texto” afirma “hay implícitas condiciones contextuales; los participantes implicados en transmitirlo y recibirlo.” (64) por lo que un acto literario debe ser identificables en sus papeles y propósitos y deben también tener un grado de estabilidad en la comunidad de lectores y escritores.
Para concluir, podemos decir que Juvenilia es la obra que caracterizó una década donde quedaba atrás la lucha política de construcción nacional para afianzar la constitución de un proyecto de país que continuó por muchos años.
Este joven Cané, que venera la autoridad de Jackes y que escribiría pocos años después su autobiografía demostrando en esa distancia que el hombre de treinta y un años y con una importante carga pública también fue travieso, pero a pesar de sus travesuras y fugas del internado se ajustaba perfectamente a los criterios formados sin intentar siquiera mínimamente cambiar la esencia de alguno de ellos.
Carga Cané esta historia de ficciones con el objeto de dejar en claro su propósito. Cita culminando su obra “Es necesaria la disciplina que solo se acepta en la infancia […] la emulación constante y la ingenua curiosidad.” (1993: 78).
El análisis teórico que hemos abordado, deja en claro el hecho de la autoficción y de su necesidad para la construcción del personaje del autor; Juvenilia es la literatura que hace su aporte en la construcción de una ideología que llevó a esas varias décadas infames que le han tocado vivir a nuestro país. Esa es su construcción.


 Obras citadas

Bruss, Elisabeth, “Actos literarios” en Suplementos Anthropos 29.
Cané, Miguel, Juvenilia, Sociedad Comercial y Editorial Santiago Limitada, Santiago, Chile, 1993.
Lejeune, Philippe, “El pacto autobiográfico” en Suplementos Anthropos 29.
Lois, Élida, “Autobiografía y autoficción en la escritura del último Alberdi”, en Aletria N° 2 v 20, mayo – agosto 2010.
Loureiro, Ángel, “Problemas teóricos de la Autobiografía” en Suplementos Anthropos 29.
Pezzoni, Enrique, “Miguel Cané, Lucio V. López: las estrategias del recuerdo” en Babel, diciembre de 1989.

También fueron consultadas para la realización de este ensayo los siguientes textos:
Molloy, Silvya, Acto de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamérica, “Capítulo 5 Una escuela de vida: ‘Juvenilia’ de Miguel Cané, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México.
Pastormerlo, Sergio, “Juvenilia de Miguel Cané: historia de un escritor fracasado”.
Prieto, Adolfo, “Los hombres del 80. Literatura y optimismo” en La literatura Autobiográfica Argentina.




3 comentarios:

  1. Gracias Claudio por tu visita a mi blog y por tu regreso.
    Ando un poquito retirada, pero volveré con más tiempo y nos veremos por aquí.

    Un abrazo.

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  2. Eso si que es estar bien informado sobre el tema. Gracias por tu visita y un abrazo.

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  3. En verdad que veo lo bien informado que estas, yo no estoy puesta en casi nada de lo que dices, aun así me doy cuenta de tu trabajo en esta entrada.
    Te doy las gracias por tu visita a mi blog, y volveré a comentarte en unos días. Un abrazo.

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