lunes, 3 de agosto de 2015

Jarrapellejos de Felipe Trigo y el sanitarismo



Encuadrado dentro de la literatura modernista y donde podemos encontrar ribetes de naturalismo y expresionismo que podemos encontrarlos por su temática y formas en algunas escenas de elevada violencia, miseria y taras sociales, en Jarrapellejos, encontramos el aspecto sociopolítico como una confrontación ética donde el Mal está representado en el caciquismo, la corrupción del poder y el abuso de una sociedad degradada; en este aspecto de la crítica social, Trigo coincide con los regeneracionistas a pesar de no encontrarse entre sus filas. Por otro lado, el Bien se encuentra entre los campesinos humildes y sus padeceres.
Sin embargo, Trigo, va más allá de la simple crítica social de los regeneracionistas,  e intenta explicar las causas más allá de los efectos partir de su “socialismo individualista”. Con este oxímoron Trigo plantea su postura política y la deja en claro en la carta a Melquíades Álvarez:

Y yo, monárquico como usted, porque creo en la autoridad y el orden de una monarquía democrática, con sus prestigios tradicionales, pueden ser el mejor puente de lo actual al porvenir (Letamendi afirmó: “El progreso no es un tren que corre, sino un árbol que crece”); yo, que sin embargo, voto a Pablo Iglesias; yo, individualista, socialista, monárquico…tan dolorosamente aficionado a los toros como a Wagner…: yo, desde la majestad de mi independencia de “hombre que escribe” (no de artista ni de novelista; dejemos esto para los del castillo de marfil), en nombre de la Vida, que no es de marfil, sino de angélica bestialidad de carne y hueso, le digo a usted: vea sí, en dejar pasado a la historia bárbara de España el asunto de este libro, no está todo el más urgente empeño de gobierno digno de la majestad de un gobernante. (Trigo, 2004, 50)[1]

La cuestión del higienismo no escapa a todo el planteo ideológico que realiza Trigo en la novela. El inmovilismo y los prejuicios sociales de los habitantes de La Joya se ponen de manifiesto cuando entre las rejas (símbolo del chisme) al referirse a este tema Dulce le pregunta en secreto a Purita “¿Me quieres decir para que le sirve tanto limpiarse a una mujer, y especialmente si es soltera?”(74). Prejuicio que previamente presentaba una respuesta cuando tanto Purita como Orencia admiradas por la higiene de Ernesta se planteaban que “una mujer no se lavotease y perfilara tanto a no ser para… desnudarse con los novios…” (70).
La actitud frente a la higiene se puede presentar como una controversia entre la civilización y la barbarie. Por un lado, el cuidado del cuerpo del que solo se ocupaban aquellos que provenían de la ciudad (Ernesta, Octavio, Cidoncha y el conde de la Cruz) se enfrentaba a la actitud de desidia generada por las condiciones superestructurales que se planteaban por el estatismo social que para Trigo era producto del caciquismo que en la novela se dedica a criticar. Ilustra este punto cuando a Pura Salvador la educación religiosa que le brindaron las monjas

[…], por sistema y garantía futura de virtud enseñándola a prescindir de las limpiezas, teníanla condenada a no reir, a esconder las manos con vergüenza, a no mover mucho el pescuezo en la gorguera de rizados, para no lucir con los blanquetes de la cara lo sucio del cogote y de las uñas y de los dientes amarillos… (71).

Ángel Martínez San Martín plantea con referencia a este tema una trilogía que consiste en la educación, la higiene y la alimentación que eran reivindicadas como urgentes entre los escritores tanto del siglo XIX como del XX, reivindicaciones siempre plateadas desde fuera, desde las clases superiores y para ello brinda sus motivos “primero porque la clase que el autor conocía bien era precisamente la alta; y segundo, por lo menos en algunos casos, para “distanciarse” y parecer lo más objetivo posible.” (Martínez San Martín, 1983, 110). Y a continuación agrega: “Muy pocas veces nos encontraremos […] con una queja en labios de un trabajador” (ídem, 110).
A partir de esto podríamos confrontar ya que el hecho de que las reivindicaciones no sean planteadas por los trabajadores o en este caso particular por los habitantes de La Joya se debe más a la carencia de otro de los elementos de la trilogía que se planteaba anteriormente que es el de la educación. Los habitantes de La Joya viven su realidad como la única posible y consideran que es justa. Dominada por las tradiciones, la religión y el caciquismo se presentan como una sociedad cerrada y dividida en castas, donde Jarrapellejos maneja el poder como un paterfamilia, autoritariamente y según su antojo; él es según lo define Joaquín Marco “el terrateniente” quien “participa de la degradación del campesino, y de la delincuencia social, de la corrupción del medio – que él mismo fomenta – y de la, en apariencia, aséptica y más alta política madrileña.” (Marco, 162)Desde este plano resultaría inverosímil que la crítica social se planteara  “desde dentro” de la comunidad por parte de uno de sus habitantes.
Los aspectos del higienismo y lo social están excelentemente expuestos en la novela cuando Octavio alienta a Cidoncha a organizar la sociedad de la resistencia aunque él no podría ayudarle “por su especial posición entre amigos y parientes” (88) pero planteaba la conveniencia de que el régimen feudal “se empezase a quebrantar” (88) y aportando la fórmula de pan y duchas como redentoras brindando aquí Trigo su idea de cambio progresivo y no revolucionario que se presentó anteriormente y agregando en boca de Octavio:

La miseria sirve para prostituir a las mujeres y para volver a los maridos borrachos y gandules. Régimen de servilismo, en fin, que envejece los cuerpos y las almas de pura hambre y porquería, mal disimuladas por las cloróticas muchachas con caretas de albayalde; y ya ves tú, porque soy un poco independiente y tengo cuarto de baño en mi casa, y porque tú te bañas y han averiguado que se baña Ernesta, nos juzgan raros a los tres, y a ella, punto menos que una…
Se irritó; sabía que circulaban soeces comentarios acerca de los aseos de Ernesta, acerca de ciertos detalles de sus íntimos cuidados, sobre todo, pues nadie, al parecer, entendía que una joven necesitase ser tan absolutamente limpia desde el pelo hasta los pies, y vestirse al interior con tan rabiosa pulcritud, como no fuera…”para dejarse desnudar”, y olvidó sus dolores sociológicos, lanzándose a charlar de la hermosa calumniada. (89 – 90)

Bibliografía citada

Marco, Joaquín, “Felipe Trigo y su novela socialista de clave: Jarrapellejos”, Archivum: Revista de la Facultad de Filología, Tomo 29 – 30, 1979 – 1980.
Martínez San Martín, Ángel, “Capítulo II: Ideología y temática novelesca”, La narrativa de Felipe Trigo, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983.
Trigo, Felipe, Jarrapellejos, Clásicos Castalia, Madrid, 2004.


[1] De aquí en más en las citas referidas a este texto se indicara solo el número de página.

martes, 31 de marzo de 2015

GUAMÁN POMA DE AYALA: UNA VISIÓN LIBERADORA PARA TAWANTINSUYU

Con la llegada de los españoles y portugueses a este continente se abrió el espacio hacia una política de dominación y colonialismo. A través de la construcción ideológica de la modernidad justificaban la apropiación de los territorios, la categorización de los mismos; y a través de un concepto de superioridad, el racismo.
Los pueblos que habitaban la re – nombrada América no categorizaban pues no era la forma en que ellos concebían el mundo. La llegada de los conquistadores impuso un modelo (el renacentista) donde pasaron a ser seres humanos de segunda clase.
Muchos años antes de que comenzara la gesta emancipadora de América, Felipe Guamán Poma de Ayala planteó con su Nueva Corónica y Buen Gobierno un desprendimiento tanto en el orden político como en el epistémico de la realidad de Tawantinsuyu donde argumentó la necesidad de reescribir una nueva crónica de su civilización antes de la llegada de los españoles, completando las escritas por los mismos.
La crónica que fue escrita por un representante de aquellos que supuestamente no tenían escritura y por lo tanto carecían de historia, contradecía la escrita por los misioneros y además fue escrita en el mismo lenguaje del conquistador.
Guamán Poma, realiza una brillante inversión en las creencias de los Incas y de la Iglesia y asumiendo la cristiandad de los mismos y por lo tanto la imposibilidad de su conversión, utilizando las estrategias imperiales pero con los objetivos de descolonización. Sostenía que los incas eran descendientes directos de Noé, que llegaron a Tawantinsuyu después del diluvio y que por lo tanto eran viejos cristianos. O sea, que la “nueva crónica” es algo más que una simple corrección de los relatos españoles “sino que – como señala Mignolo – es sobre todo una introducción a una nueva forma de contar la historia.” (Mignolo, 2010: 40).
Planea una división de etapas de la humanidad de la siguiente manera: desde el origen de la humanidad planteado por el cristianismo en manos de los europeos, una primera etapa era la de Adán y Eva que llegaría hasta el diluvio; la segunda etapa comenzaría con Noé y culminaría con Abraham, primer patriarca post diluviano; la tercera, llegaba hasta el rey israelita David  en el siglo X antes de Cristo aproximadamente donde comenzaba el cuarto período hasta el nacimiento de Cristo donde comenzó la quinta y última etapa.
A su vez, en Tawantinsuyu coincidente con la tercera de esas etapas surge la primera del pueblo Inca, el de los Wari Wiracocha Runa u hombres creados por el fundador; la segunda, Wari Runa u hombres fundadores; la tercera, Purun Runa u hombres de la montaña; el cuarto período fue el de los Auca Runa quienes por disputas dejaron a los Purun Runa y se fueron a poblar los cerros; la cuarta etapa sería la del Inca Runa; Guamán Poma agregaría una nueva etapa, la sexta que era la de la llegada de los españoles, donde los Incas, se reencontraban con el cristianismo del cual se habían alejado. Estos períodos no fueron tomados por separados sino que los sumó a los del relato bíblico, o sea que Wiracocha Runa coincidía con el tercer período (el de Abraham) y así se sucedían hasta la llegada de los españoles que a su vez era el octavo período de la humanidad pues se cerraba el círculo de la historia.
Al inicio del capítulo de la Pregunta, una representación de Guamán Poma de Ayala lo muestra a él mismo de rodillas pero no postrado frente a Fernando III. Con la crónica en la mano le responde sobre la situación que viven los habitantes del Tawantinsuyu. El hecho de no postrarse muestra una situación de paridad frente al rey de España.
El mestizaje:
La primera preocupación que Guamán Poma plantea (y será un tema recurrente en el texto) será la del mestizaje, ante la pregunta del monarca, el autor relata los abusos cometidos por los conquistadores:

         Lo primero, que no multiplica porque todo lo mejor de las mugeres y donzellas lo toman los padres dotrinantes, comenderos, corregidores y españoles, mayordomos, tinientes, oficiales criados de ellos. Y ancí ay tantos mesticillos y mesticillas en este rreyno. Con color de decille manzebado le toma y quita las mugeres y a sus haziendas de los pobres. De todo lo dicho, de tanto agrauio y daño, se ahorcan ellos propios como los yndios Changas en Andaguayllas. Está un serrillo lleno de yndios, yndias. Quiere murir una ues que no uerse en tanto daño. (Guamán Poma de Ayala: 1056).

El mestizaje representó a los efectos de la dominación, la subordinación y cosificación de aquello supuestamente inferior por dos aspectos fundamentales, uno el ser indios y el otro el ser mujer, “esa subordinación de género fue funcional a otros propósitos relacionados con la empresa colonizadora.” (Catelli, 2011: 222). El papel que jugaba la encomienda en los hombres lo hacía la violencia sexual contra la mujer, de esta manera se controlaba no solo el papel productivo sino también el de dominación reproductiva dejando de manifiesto la relación de subordinación tanto en el orden sexual como de género ya que no solo eran utilizadas para procrear, sino también para los quehaceres domésticos. Esta alteración del sistema de parentesco contribuyó (como señala el mismo Guamán Poma) a la aniquilación de la sociedad incaica.
 De esta manera, la mujer en su condición de reproductora, generaba nuevos brazos para trabajar, o sea, más que hijos, lo que reproducían era fuerza de trabajo; por lo que el proceso de producción – reproducción iban de la mano.
Catelli sostiene que “Uno de  los efectos de esas nuevas relaciones, […] fue la inserción efectiva y forzada […] en el sistema de parentesco español mediante la eventual imposición del modelo familiar católico, patrifocal.” (236) De esta manera, la mujer se encontró frente a un nuevo rol al que debió ajustarse ya que con la llegada de los españoles, las cosas ya no volverían a ser lo que eran.
Guamán Poma brindó en este escrito la solución para el problema de la devastación de su gente: 

         Biuan los padres y curas y comenderos, corregidores y otros españoles y caciques principales, biuan como cristianos y como lo manda vuestra Magestad, cin pasar a más, y dexen gozar sus mugeres y haziendas y los dexe sus donzellas. Y no ayga tantos rreys y justicias sobre ellos y dexen multiplicar. Y sean castigados grauemente y quitados de los oficios y beneficios. (1056).

La explotación:
Otro de los aspectos que fueron claves en la época fue el de la explotación. La idea de modernidad llegada con el colonialismo sirvió de sostén ideológico al proceso de acumulación originaria que en América funcionó a partir de la explotación de la mano de obra gratuita de los nativos a través de la encomienda. Describió Guamán Poma con respecto a la explotación y el mal trato:

         Lo primero, rreciben gran daño de los mineros y de las justicias que entran allí; los quelga de los pies y le azota colgando la güergüenza fuera y le haze trauajar de día y de noche y no se le paga. Quando se le paga, la mitad y la mitad le hurta y lo mete a los llanos y ancí muere.
         […] es que desencubriendo minas de oro o de plata o de azogue, plomo, estaño, cobre, colores, es que desencubriendo, luego se mete españoles y lo quita y maltrata a los yndios. (1059)

Esta explotación de la que fueron objeto los nativos de América fue la causa principal de muerte de los mismos. Un auténtico genocidio, que solo culminó con el fin de la encomienda a mediados del siglo XVI. Terminado este proceso, no acabó la explotación de la mano de obra indígena, sino que por el contrario, fueron sometidos a la servidumbre no pagada; servidumbre que no podía ser comparada a la europea de la Edad Media ya que no gozaban ni de la protección del señor feudal, ni de la tenencia de una porción de tierra.
Antes y bastante tiempo después de la independencia una parte importante de las comunidades aborígenes se vieron forzadas a “reproducir su fuerza de trabajo por su propia cuenta” (Quijano, 2000: 207). Esta división del trabajo, por género por una parte y por raza por el otro, fue el criterio utilizado y que aún utiliza la lógica de la colonialidad. La división del mundo con el centro en Europa, el capitalismo impuso su dominio colonial sobre el resto de las regiones del mundo; las colonias no solo fueron establecidas en América, sino también en Asia, África y Oceanía.

El racismo:
Así como el mestizaje fue una forma de sometimiento de género, el racismo resultó la forma de sometimiento total dentro de la lógica de la colonialidad, imposible considerarla fuera del objetivo de la explotación que generaba el proceso de la acumulación de originaria.
 Las relaciones de dominación se establecieron a partir de la clasificación básica a través del fenotipo. El no europeo era inferior, podría hasta no considerárselo humano, por consiguiente, se podía abusar de sus mujeres como así también quitarle sus tierras y explotarlos hasta provocarles la muerte. Poco le interesaba al conquistador la preocupación que Guamán Poma de Ayala planteara en su escrito.
Las formas de explotación a las que fueron expuestos los nativos de América tienen su base “lógica” a partir de la supuesta superioridad de los europeos, esta forma de control no solo resultaba aniquiladora de los originarios ni de su cultura y su tecnología, sino que fundamentalmente convenía las formas de explotación; el inferior (en este caso el indio) no recibía paga por su trabajo. Alejados del “centro del mundo” fueron re – identificados, tanto en sus formas de organización como geográfica y culturalmente.
Atrás habían quedado las formas de producción comunal, que pasaron a servir a los conquistadores; pues fueron reprimidos tanto su formas de producción como sus conocimientos para pasar a trabajar en las minas y aprender la cultura de los colonizadores.
Uno de los aspectos del etnocentrismo colonial fue el de modificar la cosmovisión del colonizado, como inferior, el mismo debió someterse a las costumbres y creencias de los europeos y soportar sus abusos. En Nueva Crónica y buen Gobierno Guamán Poma de Ayala lo pone de manifiesto al informar del abuso de los clérigos (es uno de los ejemplos) en cuanto al cobro de tributos. Pero no solo se queda con la denuncia, sino que va un paso más allá y propone que los mismos vivan de las limosnas y de la oración y si esta medida – aclara Guamán – no les gustara “comunique vuestra Magestad con su Santidad el papa, para que entren en al estudio y horden de saserdotal y propietario y pulicía, cristiandad en los yndios.”(1058).
De esta manera, plantea una solución que es una fractura en la lógica de la colonialidad; no solo hacía propio de los incas el cristianismo, sino que se ponía al mismo nivel de los colonizadores al señalar que ellos mismos podían hacerse cargo de la fe.
El desprendimiento que Guamán Poma de Ayala plantea como alternativa epistémica a la colonialidad enfrenta a la supuesta superioridad del conocimiento teológico – cristiano europeo. Tanto la autonomía política y religiosa por parte de los incas, genera una inversión que bien podría incluirse en una propuesta de liberación y de semiosis colonial, revalorizando el conocimiento del indígena genera cuatrocientos años después replanteos necesarios de la episteme, como por ejemplo, la discriminación de la inmigración en los Estados Unidos, la negación de los conocimientos de la naturaleza por parte de los indígenas donde la retórica de la modernidad no solo sirva a la explotación sino que anule el conocimiento del “Otro”.





CONCLUSIÓN

Los escritos de Guamán Poma de Ayala permanecieron en el silencio durante estos cuatrocientos años, caro debió pagar el precio de su atrevimiento de plantear un desprendimiento tanto en el orden epistémico como político con respecto a la corona. El buen gobierno propuesto, no se basaba en las raíces europeas sino en la tradición histórica de la organización andina.
A diferencia del Inca Garcilazo, su ascendencia es totalmente indígena, a su vez este último mantuvo posiciones que se encontraban más cerca de un argumento emancipatorio que de desprendimiento, lo que le permitió salir a la luz rápidamente por beneplácito de la corona.
Durante el siglo XVI, tras la llegada de los colonizadores se produce una “una gran renovación de las narraciones sobre el pasado, pues debe incorporar la historia precolombina al devenir europeo” (Tieffemberg, 2011: 84) y Poma de Ayala lo logra a través de su abordaje de la historia judeo cristiana con la historia andina.
A partir de todo esto surge la siguiente pregunta ¿Qué se puede recuperar del escrito de Guamán Poma de Ayala para nuestros días?
En primer lugar el reconocimiento de la historia. Durante la última dictadura militar se sembró un manto de silencio y de no reconocimiento de nuestro pasado, la historia oficial mostraba a los próceres como héroes mitológicos e inalcanzables y a una sociedad auténticamente libre y a salvo de la amenaza marxista. Recorrer estos momentos de la historia reciente y analizarla desde una óptica que proponga una alternativa liberadora tanto en el plano político como el epistémico es fundamental para la realidad latinoamericana.
En segundo lugar junto a una nueva visión de la historia, generar un desprendimiento en el resto de las áreas; una filosofía de la liberación que fracture la lógica colonial que en nuestros días está presente en el FMI y en otras instituciones que subyugan a las naciones dependientes de la lógica colonial contemporánea.
O sea, que más allá de la emancipación, la gesta liberadora será lograda con un ojo en el pasado y con el otro en el futuro, entonces, podremos sentir que otro gallo sea el que cante.



BIBLIOGRAFÍA

Catelli, Laura. “Y de esta manera quedaron to.dos los hombres sin mujeres”: el mestizaje como estrategia de colonización en la española (1501 – 1503). En Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año XXXVII, N° 74, Lima – Boston, 2°semestre de 2011, pp 217 – 238.
Guamán Poma de Ayala, Felipe. 1987. Nueva Crónica y Buen Gobierno. Murra John; Adorno, Rolena y Urioste Jorge (eds.). Madrid, Historia 16.
Mignolo, Walter. Desobediencia epistémica: retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad. Ediciones del Signo, colección Razón Política. 2010, Buenos Aires, Argentina.
--------------------. La idea de América latina. La herida colonial y la opción descolonial. Gedisa editorial, Traducción de Silvia Jawerbaum y Julieta Barba, Biblioteca Iberoamericana de Pensamiento.  
Moya Espinosa, Reinaldo. “Breve historia de Piura. Tiempos prehispánicos”. Tomo I capítulo IX en prehistoriapiura.tripod.com
Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas.2000. Buenos Aires. Clacso
Tieffemberg Silvia. Literatura Latinoamericana Colonial. Hacia las totalidades contradictorias. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. 2011. Buenos Aires. Argentina.

Vitale, Luis. Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina. Planeta. 1992. Buenos Aires.

sábado, 21 de marzo de 2015

Juvenilia: La autobiografía y la autoficción en Cané

“Crear, y al crear ser creado” (Loureiro, int: 3)
GUSDORF
En este ensayo intentaré hacer un análisis sobre la autobiografía de Miguel Cané basándome fundamentalmente en los hechos de autoficción a partir del marco teórico y analizando también los hechos históricos que llevaron a la misma; y responder al interrogante de si puede ser considerada como novela.
En la década de 1880 era derecho de los patricios el escribir su autobiografía. Eran la vida de estos lo suficientemente interesantes como para ser contadas y al contarlas crearse a si mismos y de esta manera inventarse. La autobiografía es pues parte la  propia  invención y por lo tanto no puede ser corroborada y de esta manera, no se puede distinguir lo real de la ficción.
Cané reconoce este grado de ficción en la introducción de Juvenilia donde plantea: “A veces me complazco en hacer biografías de fantasía para alguno de mis condiscípulos, fundándome en las propiedades del carácter y sin saber si aún existen. ¡Cuánta matemática, cuanta química y filosofía inútil!” (1993: 6). Estas biografías son las historias de los fracasados, los que por alguna u otra razón quedaron fuera del cuadro de honor de la patria, “el otro” muy presente en la autobiografía de Cané.
Las autobiografías de los autores argentinos del siglo XIX cumplieron la función de construir a los mismos como personajes públicos, pero a diferencia de Sarmiento, Cané no necesitaba de la misma para su carrera política, ni tampoco forjarse como mentor ideológico como lo haría Alberdi. Cuando escribe Juvenilia tenía treinta y un años y se encontraba cumpliendo funciones como ministro plenipotenciario en Europa, y por lo tanto, no necesitaba de la invención, ya que el personaje Cané ya existía. El propósito era re – crear a su propia clase patricia a través del anecdotario infanto – juvenil de su estadía en el Nacional Buenos Aires; que a través de su formación positivista (de la mano de Amadée Jacques) le darían el sustento ideológico en su rol de clase dirigente consistente en una educación que sirviera para mesura más que para el cambio revolucionario, “Reformar lentamente, evitar las sacudidas de las innovaciones bruscas e impremeditadas, conservar todo lo que no sea incompatible con las exigencias del espíritu moderno; he aquí el único programa posible para los americanos.” (Pezoni, 12- 1989: 21). Es parte de un artículo periodístico escrito por Cané en “en viaje” de los años 1881 – 1882 deja muestra de su pensamiento político conservador.
De la misma construcción quedaban exceptuados aquellos condiscípulos que no formaban parte de la misma, es a ellos a los que Cané les dedica parte de su ficción; de esta manera, los saca de oscuridad del anonimato para llevarlos a la luz de su escrito. Sin embargo, esta revelación es parcial ya que no recuerda sus nombres y apela solamente a nombrarlos o bien por sus apodos “Binomio” o por su condición de vida “el bohemio” por lo que las sombras siguieron sobre aquellos que no se unieron a su “marcha ascendente” (Cané, intr., 1993, 9); en otras palabras, no tenían espacio en su memoria pues no tenían espacio dentro de su clase.
Tras la caída de Rosas, contra quien su padre había luchado, cambia el marco teórico en la Argentina del siglo XIX, si bien la autobiografía continúa siendo el eje central de los escritos de la época y la construcción del estado nación se había concretado, era necesario marcar el rumbo a seguir. Los autores de la década del ’80, en su mayoría pertenecientes a las clases acomodadas son autobiógrafos que utilizan una hibridez genérica donde la autoficción se mezcla con lo real. Es cierto, en toda autobiografía existe un grado de ficción pero como cité más arriba las escritas durante la primera mitad del siglo eran constructivas (ya sea políticas o ideológicas) mientras que las post – rosismo pueden considerarse constitutivas (de clase y proyecto de país). Son bien distintos en su construcción los escritos autobiográficos como Recuerdos de provincia o Mi vida privada que se pasa toda en la República Argentina a los que nos proponen Juvenilia o Aguas Abajo.

Autoficción y novela
Élida Lois en Autobiografía y Autoficción en la escritura del último Alberdi sostiene con respeto a la autoficción:

              El término ‘autoficción’ designa un tipo de ‘escritura del yo’ que se sitúa en las fronteras de la autobiografía y  se cuela por los intersticios de diferentes géneros discursivos, y convierte realidades en ficción incorporando una estrategia de relaciones complejas entre el autor real, autor implícito y narrador. (2010: 23).

Como el pasado del autobiógrafo no revela más que una figura borrosa presente en el recuerdo, la reconstrucción del mismo, como así también los hechos acaecidos – cuando incluso el mismo autor no era la misma persona que cuando escribe el texto, en el caso de Cané un simple estudiante secundario – la autobiografía no puede mostrar los hechos tal cual fueron sino una adaptación a los nuevos ojos del autor. De este modo, el personaje es presentado tal como el autor imagina que debe haber sido – o como él quiso que fuera – y  no como fue en realidad ni como era visto por los ojos de los otros.
Ahora bien, como en una autobiografía el autor se crea a si mismo ese yo protagónico no existiría sin ese texto, o sea, hay invención y buena cuota de ficción en la construcción de este personaje por lo que la autobiografía como tal podría no existir como género; Loureiro por su parte en “Problemas teóricos de la autobiografía” cita a Eakin quien a través de la psicología  defiende al género pues “’el acto autobiográfico’ es un modo de ‘autoinvención’ que se practica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura” (Loureiro, 4).
A partir de todo lo dicho hasta aquí ¿Es posible que la autobiografía pueda considerarse dentro del género de la novela?
Philippe Lejeune en “El pacto autobiográfico” analiza las distintas cualidades del género que nos ocupa y considera que la diferencia principal entre lo autobiográfico y la novela principal, radica en la situación del autor ya que en la novela personal aunque puede haber novela en primera persona el uso de la misma no envía necesariamente al autor.
Por su parte, Elisabeth Bruss en “Actos literarios” cita a Tinianov en On Literary Evolution

           La novela, que parece ser un género completo que se ha desarrollado en y por si mismo durante siglos, resulta ser no un todo completo sino cambiante. Sus cambios materiales de un sistema literario a otro […] no podemos […] definir el género de un trabajo si está aislado de un sistema. Por ejemplo, lo que se llamó una oda en los años 1820 fue así etiquetado por Fet a partir de las características diferentes a aquellas que solían definir una oda en los tiempos de Conmosov. (Bruss, 65).

Entonces, ¿se puede distinguir la autobiografía de la novela autobiográfica? Para Lejeune no hay diferencia, ya que los métodos que utiliza la autobiografía para ser convincente al lector, la novela sencillamente puede imitarlos. Ahora bien, como señala el autor

          en el momento en que la englobamos en el texto, con el nombre del autor inscrito en ella, disponemos de un criterio textual general, la identidad del nombre (autor – narrador – personaje). El pacto autobiográfico es la afirmación en el texto de esta identidad y nos envía al nombre del autor sobre la portada. (Lejeune 52-53)

El papel del lector
El público de Cané, si bien como señala Pastormerlo no es el público que lee folletines, supera a si círculo de amigos íntimos. Hijo de un patricio que quedó en la historia de la Argentina y en su “cuadro de honor” que intentó escribir su novela pero nunca lo logró; fue sorprendido por la muerte unos días antes de que Miguel ingresara al Nacional Buenos Aires y comenzara la historia que nos compete dejando entrever a la misma como una continuidad de la vida de su padre y de su historia ahora en manos de su hijo. El escrito que no pudo realizar en vida, nace a partir del momento de su muerte.
 ¿Qué lee entonces el lector de autobiografías y como distinguirla de la novela? La primera goza de gran parte de ficción en su relato y la segunda puede tener gran parte de realidad en su texto (por ejemplo la novela testimonial) esa relación entre una y la otra, ese espacio confuso entre ambas es donde el lector – según Lejeune – crea el “espacio autobiográfico”. (59)
Bruss a su vez afirma que no es tan preponderante el estilo o la construcción del texto en cuestión, sino, como el lector los toma. “Alrededor de cualquier texto” afirma “hay implícitas condiciones contextuales; los participantes implicados en transmitirlo y recibirlo.” (64) por lo que un acto literario debe ser identificables en sus papeles y propósitos y deben también tener un grado de estabilidad en la comunidad de lectores y escritores.
Para concluir, podemos decir que Juvenilia es la obra que caracterizó una década donde quedaba atrás la lucha política de construcción nacional para afianzar la constitución de un proyecto de país que continuó por muchos años.
Este joven Cané, que venera la autoridad de Jackes y que escribiría pocos años después su autobiografía demostrando en esa distancia que el hombre de treinta y un años y con una importante carga pública también fue travieso, pero a pesar de sus travesuras y fugas del internado se ajustaba perfectamente a los criterios formados sin intentar siquiera mínimamente cambiar la esencia de alguno de ellos.
Carga Cané esta historia de ficciones con el objeto de dejar en claro su propósito. Cita culminando su obra “Es necesaria la disciplina que solo se acepta en la infancia […] la emulación constante y la ingenua curiosidad.” (1993: 78).
El análisis teórico que hemos abordado, deja en claro el hecho de la autoficción y de su necesidad para la construcción del personaje del autor; Juvenilia es la literatura que hace su aporte en la construcción de una ideología que llevó a esas varias décadas infames que le han tocado vivir a nuestro país. Esa es su construcción.


 Obras citadas

Bruss, Elisabeth, “Actos literarios” en Suplementos Anthropos 29.
Cané, Miguel, Juvenilia, Sociedad Comercial y Editorial Santiago Limitada, Santiago, Chile, 1993.
Lejeune, Philippe, “El pacto autobiográfico” en Suplementos Anthropos 29.
Lois, Élida, “Autobiografía y autoficción en la escritura del último Alberdi”, en Aletria N° 2 v 20, mayo – agosto 2010.
Loureiro, Ángel, “Problemas teóricos de la Autobiografía” en Suplementos Anthropos 29.
Pezzoni, Enrique, “Miguel Cané, Lucio V. López: las estrategias del recuerdo” en Babel, diciembre de 1989.

También fueron consultadas para la realización de este ensayo los siguientes textos:
Molloy, Silvya, Acto de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamérica, “Capítulo 5 Una escuela de vida: ‘Juvenilia’ de Miguel Cané, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México.
Pastormerlo, Sergio, “Juvenilia de Miguel Cané: historia de un escritor fracasado”.
Prieto, Adolfo, “Los hombres del 80. Literatura y optimismo” en La literatura Autobiográfica Argentina.