lunes, 3 de agosto de 2015

Jarrapellejos de Felipe Trigo y el sanitarismo



Encuadrado dentro de la literatura modernista y donde podemos encontrar ribetes de naturalismo y expresionismo que podemos encontrarlos por su temática y formas en algunas escenas de elevada violencia, miseria y taras sociales, en Jarrapellejos, encontramos el aspecto sociopolítico como una confrontación ética donde el Mal está representado en el caciquismo, la corrupción del poder y el abuso de una sociedad degradada; en este aspecto de la crítica social, Trigo coincide con los regeneracionistas a pesar de no encontrarse entre sus filas. Por otro lado, el Bien se encuentra entre los campesinos humildes y sus padeceres.
Sin embargo, Trigo, va más allá de la simple crítica social de los regeneracionistas,  e intenta explicar las causas más allá de los efectos partir de su “socialismo individualista”. Con este oxímoron Trigo plantea su postura política y la deja en claro en la carta a Melquíades Álvarez:

Y yo, monárquico como usted, porque creo en la autoridad y el orden de una monarquía democrática, con sus prestigios tradicionales, pueden ser el mejor puente de lo actual al porvenir (Letamendi afirmó: “El progreso no es un tren que corre, sino un árbol que crece”); yo, que sin embargo, voto a Pablo Iglesias; yo, individualista, socialista, monárquico…tan dolorosamente aficionado a los toros como a Wagner…: yo, desde la majestad de mi independencia de “hombre que escribe” (no de artista ni de novelista; dejemos esto para los del castillo de marfil), en nombre de la Vida, que no es de marfil, sino de angélica bestialidad de carne y hueso, le digo a usted: vea sí, en dejar pasado a la historia bárbara de España el asunto de este libro, no está todo el más urgente empeño de gobierno digno de la majestad de un gobernante. (Trigo, 2004, 50)[1]

La cuestión del higienismo no escapa a todo el planteo ideológico que realiza Trigo en la novela. El inmovilismo y los prejuicios sociales de los habitantes de La Joya se ponen de manifiesto cuando entre las rejas (símbolo del chisme) al referirse a este tema Dulce le pregunta en secreto a Purita “¿Me quieres decir para que le sirve tanto limpiarse a una mujer, y especialmente si es soltera?”(74). Prejuicio que previamente presentaba una respuesta cuando tanto Purita como Orencia admiradas por la higiene de Ernesta se planteaban que “una mujer no se lavotease y perfilara tanto a no ser para… desnudarse con los novios…” (70).
La actitud frente a la higiene se puede presentar como una controversia entre la civilización y la barbarie. Por un lado, el cuidado del cuerpo del que solo se ocupaban aquellos que provenían de la ciudad (Ernesta, Octavio, Cidoncha y el conde de la Cruz) se enfrentaba a la actitud de desidia generada por las condiciones superestructurales que se planteaban por el estatismo social que para Trigo era producto del caciquismo que en la novela se dedica a criticar. Ilustra este punto cuando a Pura Salvador la educación religiosa que le brindaron las monjas

[…], por sistema y garantía futura de virtud enseñándola a prescindir de las limpiezas, teníanla condenada a no reir, a esconder las manos con vergüenza, a no mover mucho el pescuezo en la gorguera de rizados, para no lucir con los blanquetes de la cara lo sucio del cogote y de las uñas y de los dientes amarillos… (71).

Ángel Martínez San Martín plantea con referencia a este tema una trilogía que consiste en la educación, la higiene y la alimentación que eran reivindicadas como urgentes entre los escritores tanto del siglo XIX como del XX, reivindicaciones siempre plateadas desde fuera, desde las clases superiores y para ello brinda sus motivos “primero porque la clase que el autor conocía bien era precisamente la alta; y segundo, por lo menos en algunos casos, para “distanciarse” y parecer lo más objetivo posible.” (Martínez San Martín, 1983, 110). Y a continuación agrega: “Muy pocas veces nos encontraremos […] con una queja en labios de un trabajador” (ídem, 110).
A partir de esto podríamos confrontar ya que el hecho de que las reivindicaciones no sean planteadas por los trabajadores o en este caso particular por los habitantes de La Joya se debe más a la carencia de otro de los elementos de la trilogía que se planteaba anteriormente que es el de la educación. Los habitantes de La Joya viven su realidad como la única posible y consideran que es justa. Dominada por las tradiciones, la religión y el caciquismo se presentan como una sociedad cerrada y dividida en castas, donde Jarrapellejos maneja el poder como un paterfamilia, autoritariamente y según su antojo; él es según lo define Joaquín Marco “el terrateniente” quien “participa de la degradación del campesino, y de la delincuencia social, de la corrupción del medio – que él mismo fomenta – y de la, en apariencia, aséptica y más alta política madrileña.” (Marco, 162)Desde este plano resultaría inverosímil que la crítica social se planteara  “desde dentro” de la comunidad por parte de uno de sus habitantes.
Los aspectos del higienismo y lo social están excelentemente expuestos en la novela cuando Octavio alienta a Cidoncha a organizar la sociedad de la resistencia aunque él no podría ayudarle “por su especial posición entre amigos y parientes” (88) pero planteaba la conveniencia de que el régimen feudal “se empezase a quebrantar” (88) y aportando la fórmula de pan y duchas como redentoras brindando aquí Trigo su idea de cambio progresivo y no revolucionario que se presentó anteriormente y agregando en boca de Octavio:

La miseria sirve para prostituir a las mujeres y para volver a los maridos borrachos y gandules. Régimen de servilismo, en fin, que envejece los cuerpos y las almas de pura hambre y porquería, mal disimuladas por las cloróticas muchachas con caretas de albayalde; y ya ves tú, porque soy un poco independiente y tengo cuarto de baño en mi casa, y porque tú te bañas y han averiguado que se baña Ernesta, nos juzgan raros a los tres, y a ella, punto menos que una…
Se irritó; sabía que circulaban soeces comentarios acerca de los aseos de Ernesta, acerca de ciertos detalles de sus íntimos cuidados, sobre todo, pues nadie, al parecer, entendía que una joven necesitase ser tan absolutamente limpia desde el pelo hasta los pies, y vestirse al interior con tan rabiosa pulcritud, como no fuera…”para dejarse desnudar”, y olvidó sus dolores sociológicos, lanzándose a charlar de la hermosa calumniada. (89 – 90)

Bibliografía citada

Marco, Joaquín, “Felipe Trigo y su novela socialista de clave: Jarrapellejos”, Archivum: Revista de la Facultad de Filología, Tomo 29 – 30, 1979 – 1980.
Martínez San Martín, Ángel, “Capítulo II: Ideología y temática novelesca”, La narrativa de Felipe Trigo, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983.
Trigo, Felipe, Jarrapellejos, Clásicos Castalia, Madrid, 2004.


[1] De aquí en más en las citas referidas a este texto se indicara solo el número de página.