Los orígenes y las
sabinas
La mujer en la historia de
Roma cumple, desde la tragedia, un papel fundamental, que termina generando
importantes cambios políticos en esta sociedad patriarcal. De hecho, en el
libro I de Historia de Roma desde su
fundación, Tito Livio narra que de la descendencia de Eneas que llegaba
desterrado de Troya tras el triunfo de los griegos Amulio, toma el poder de
Alba Longa tras derrocar a su hermano Numitor y para eliminar toda descendencia
posible obliga a su sobrina Rea Silvia a convertirse en virgen vestal para
asegurar su virginidad perpetua. La misma es violada por el dios Marte y de
dicha violación concibe a los gemelos Rómulo y Remo que conspirarán y matarán a
Amulio y devolverán el poder a su abuelo. Tras esto, los gemelos deciden fundar
una nueva ciudad, pero se genera un conflicto entre ambos por el derecho a la
fundación y al reinado, hecho que culmina con el asesinato de Remo por parte de
su hermano. Rea Silvia, por su parte, no volverá a aparecer en la historia de
Roma.
Otro de los hechos trascendentes
de la historia legendaria de Roma es el rapto de las sabinas, que deriva de una
antigua leyenda que los romanos heredaron de los pueblos indoeuropeos. Al
respecto, Pégolo y Sacerdote señalan:
En su forma original dicho mito describía la formación de toda una
sociedad de dioses a partir de la fusión de dos grupos antagónicos, pero
incompletos, uno de ellos poseedor de poderes mágicos y de valor, el otro de la
riqueza y la fecundidad. Durante los siglos IV y III a C. los romanos
historizaron este antiguo mito, es decir, lo transformaron en un relato
pseudohistórico y lo transmitieron como un hecho más de los acontecidos en
tiempos de Rómulo. (2020:18)
Según narra Tito Livio, los
romanos con un fuerte potencial bélico fueron adquiriendo fuerza, pero al
carecer de mujeres, esa fortaleza solo duraría una generación “al no tener en
sí la posibilidad de perpetuarse ni existir matrimonios con los pueblos del
entorno” (Liv.1.9.1) Por tal motivo, Rómulo envía una legación para presentar
una petición de alianza y vínculos matrimoniales a los distintos pueblos
circundantes; la oferta fue rechazada por todos por lo que Rómulo planeó
mediante un ardid los juegos en honor a Neptuno Ecuestre e invitó a todas las
poblaciones. A la misma los sabinos acudieron en masa y, ante una señal, los
jóvenes romanos se lanzan a raptar a las doncellas sabinas. El rey romano visitó
a las víctimas del rapto y les dijo que lo sucedido se debía al orgullo de sus
padres que se negaban a entregarlas en matrimonio y “que depusiesen su enfado y
entregasen sus sentimientos a quienes el azar había entregado sus cuerpos” (Liv.
1.9.15).
El acontecimiento del rapto
llevó a la guerra entre ambos pueblos, enfrentamiento que finalmente culminó
sin un vencedor por un suceso que protagonizaron las mujeres sabinas raptadas y
que se detalla de la siguiente manera en Historia de Roma desde su fundación:
Entonces, las mujeres sabinas, por cuyo agravio se había originado la
guerra, suelto los cabellos y rasgadas las vestiduras, sobreponiéndose ante la
desgracia al encogimiento propio de la mujer, se atrevieron a lanzarse en medio
de una nube de flechas, irrumpiendo de través, para separar a los contendientes
y poner fin a su furor; alternativamente, suplicaban a sus padres y a sus
maridos que no cometiesen la impiedad de mancharse con la sangre de un suegro o
de un yerno, que no mancillen con un parricidio el fruto de sus entrañas, sus
nietos unos, otros sus hijos (Liv.
1.13.1-2)
Este acontecimiento llevó a
ambos pueblos a construir un reino en común y dio paso a la sucesión de Rómulo,
tras su muerte se alternaron en el poder de Roma reyes sabinos y romanos.
Al relacionar ambos
acontecimientos, podemos observar que brindan las herramientas para la
construcción del patriarcado; por una parte, la violación de Rea Silvia es la
génesis del pater romano (Rómulo) y el rapto y obvia violación de las
sabinas le brindan a Roma las mujeres necesarias para engendrar esos hijos
varones que llevaran adelante la estructura patriarcal de la sociedad romana.
Lucrecia y el fin
de la monarquía
Del mismo modo en que la
mujer, de manera involuntaria, a partir de su tragedia forma parte de la
fundación de Roma y del origen de la monarquía, también lo era en el final de
la misma y el inicio de la república.
La historia de Lucrecia que
narra Tito Livio pone en claro cuáles eran las características de la materfamilias
o matrona ejemplar. Este término, a diferencia de paterfamilias
que designa al hombre con total capacidad de derechos ya que no está bajo
potestad paterna y es fundamentalmente propietario de tierras, se refiere “a la
mujer moralmente honorable casada o viuda, con o sin hijos, cuyo comportamiento
se opone al de las prostitutas” (Palacios 2017:14)
Durante la guerra con Ardea
los hijos del rey estaban bebiendo en la tienda de Sexto Tarquinio en un festín
donde también se encontraba Colatino, hijo de Egerio, y, alcoholizados
comienzan a discutir acerca de quién tiene la mejor esposa, por lo que este
último propone para cerrar la discusión ir a ver qué estaban haciendo las
mismas. Al llegar, encuentran a las nueras del rey divirtiéndose en un banquete
y, por otro lado, a Lucrecia trabajando la lana rodeada de sus doncellas; de
esta manera su esposo se convierte en el vencedor de la disputa. Sexto
Tarquinio, al comprobar la castidad de Lucrecia, desea poseerla sexualmente, y
se presenta unos días después a la casa donde es recibido como huésped. Por la
noche, con la espada desenvainada entra a la alcoba de Lucrecia, pero a pesar
de todas las amenazas no pudo doblegar su voluntad. Solo después de amenazarla
con la difamación pública matando a un esclavo y a ella misma dejando ambos
cuerpos desnudos como muestra de adulterio, Lucrecia se somete. Este hecho
atentaría con su pudicticia, vulnerando su honorabilidad. Jimena
Palacios sostiene al respecto:
Las mujeres honorables tenían el deber de observar la pudicticia
(“castidad”) y estaban protegidas por las leyes de stuprum
(“violación”). Específicamente, se condenaba cualquier comportamiento sexual que
atentara contra los estándares tradicionales de propiedad o que comprometiera
en prácticas sexuales a romanos de nacimiento libre de cualquier sexo (William,
1999: 98-99). La palabra stuprum no designa necesariamente una deshonra
llevada a cabo en contra de la voluntad de la víctima (adulterio), aunque
frecuentemente denote un abuso por parte de un strupator. (2017: 14 – 15)
Posteriormente, Lucrecia manda
a buscar a su padre y a su esposo y les pide que sean acompañados por sus
amistades. Al llegar, la encuentran abatida y al preguntarle Colatino si se
encuentra bien ella responde:
No. ¡Cómo puede estar bien una mujer que ha perdido el honor? Colatino,
hay huellas de otro hombre en tu lecho; ahora bien, únicamente mi cuerpo ha
sido violado, mi voluntad es inocente; mi muerte te dará fe de ello. (Liv. 1.58.7)
Seguidamente, les dice que fue
Sexto Tarquinio el autor de la violación, le hace jurar a Colatino venganza y
se sucida. Los hombres, al mando de Lucio Junio Bruto sublevan al pueblo y al
ejército y derrocan al rey quien marcha al exilio. Colatino y Bruto son
nombrados los primeros cónsules de Roma dando así origen a la república.
De esta manera, con el
derrocamiento de la monarquía se establece un paso de lo privado a lo público.
La transición de lo doméstico a lo político se representa en un cambio
en el escenario de acción desde Collatia y el espacio privado de la casa
de Colatino a Roma y el espacio público del Foro. Bruto, no Lucrecia (1.59.5;
Cf. Dionisio 4.66.1), efectúa el cambio de escenario, del mismo modo que
traspone su solicitud de castigo del violador a su propia exigencia de derrocamiento
de la monarquía. Su juramento de venganza comienza con la determinación de
vengar a Lucrecia y termina no con un juramento de destronar a la familia de
Tarquino, sino con la promesa de acabar con la institución de la monarquía
misma. (Joshel 1992:17).
Cuerpo, deseo y
decadencia
Desde el punto de vista de la
sociedad romana de la época, tanto el caos social, la guerra civil como los
fracasos militares se debían a la sexualidad femenina fuera de control. Para
esta sociedad patriarcal, la mujer era casta o no lo era, de este concepto
derivaba el control del estado sobre la sexualidad. El derecho romano
establecía que la finalidad del matrimonio era la procreación, por lo que las
mujeres eran educadas para ser continentes y guardar abstinencia ya que era la única manera de prevenir la mortalidad
femenina a causa de los abortos o múltiples embarazos y partos.
Desde el ámbito de las
costumbres sociales, la vestimenta indicaba el estatus social al que pertenecían:
las matronas no salían, y si lo hacían, debían ir acompañadas y usaban vestido
y manto que solo permitían ver su
rostro. Si la mujer no era “honorable” no podía vestir de la manera en que lo
hacían las materfamilias y si alguna doncella o mujer “honorable” no
usaba esta vestimenta “no estaba protegida contra la violación o las
proposiciones sexuales y su agresor gozaba de circunstancias atenuantes” (Palacios
2017:15).
Los hombres, por su parte, no
eran educados para la abstinencia, y para satisfacerse sexualmente tenían libre
acceso tanto a concubinas, como a mujeres “sin honor”, como a esclavos fuesen
hombres o mujeres.
Para el romano, la mujer
relajada no le permite al hombre controlar sus apetitos y consideraban la
belleza femenina como generadora de la lujuria, “como si el deseo se originara
fuera de él en la belleza” (Joshel 1992:13) lo que alteraba la disciplina; en
este sentido Joshel afirma:
La disciplina era necesaria no solo para la adquisición del Imperio,
sino también para gobernarlo. La negación del cuerpo al yo habla de la negación
del poder social a los demás; el dominio romano de su propio cuerpo proporciona
una imagen de dominación romana y un modelo de soberanía: de romanos sobre no
romanos, de clase alta sobre inferiores, de amo sobre esclavos, de hombre sobre
mujer y de prínceps sobre todos los demás. (Joshel 1992:13).
Conclusión
Si, así como se expresara
anteriormente, los sacrificios de Rea Silvia y las sabinas sirvieron para el
establecimiento del patriarcado, el sacrificio de Lucrecia sirvió para
sostenerlo.
Lucrecia se suicida porque su
cuerpo – el de materfamilias – había sido violado; la penetración de
Sexto Tarquino lo ensució rompiendo su pudicitia por lo que ya había
perdido su condición. Ella lo limpia con otra penetración, la de la daga afirmando
“en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para
seguir con vida” – la misma daga que
luego Bruto tomará como símbolo para derrocar a la tiranía (Liv.1.58.10). Con
su muerte, Lucrecia se silencia, y con su muerte no habrá mujer que pueda
manifestar una anomalía del patriarcado.
Bibliografía
Fuente:
Tito Livio, Historia de
Roma desde su fundación, (libro I) (traducción J.A. Villar Vidal), Gredos,
Madrid, 1990.
Bibliografía general:
Joshel, S.R. (1992) “The Body
Female and the Body Politic: Livy´s Lucretia and Verginia”, en Richlin A.
(1992) Pornography and Rapresentation in Greece and Rome, Oxford, Oxford
University Press (Traducción P. Couceiro)
Palacios,
Jimena,(2017) Las relaciones de género en Roma. Formulaciones sociales y
culturales de la diferencia, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,
U.B.A.
Pégolo
L., Sacerdote A. (2020) “Ficha sobre los albores de Roma. Arqueología, historia
y narración”, ficha de cátedra, Lengua y Cultura Latinas I “F”, Dto. De Lenguas
y Literaturas Clásicas, F.F.y L, UBA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario